Cuando te ignoraba, Señor,
no te olvidabas de mí.
Cuando erraba, Señor,
me intentaste corregir.
Al arrepentirme, Señor,
tuviste misericordia de mí.

Yo soy un inmerecido
de tu caridad y tu amor.
Que aunque yo no te de nada
me das todo lo que preciso.
¿Cómo puedo yo pagar
mi deuda contigo?

Tratar a mis hermanos
con caridad y amor.
Mostrarles la misma misericordia
que mostraste ante mi rebelión.
Corregirles fraternalmente
pensando en su salvación.

Aun no es suficiente,
pero es mi aportación.