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<p><i>Este texto lo he sacado de mi Misal Completo Latino-Español. Son
siete meditaciones sobre la vida de San José.</i></p>
<p>Dice Santa Teresa: «No me acuerdo de haberle pedido cosa que la haya
dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha
hecho Dios por medio de este Santo, los peligros de que me ha librado,
así de cuerpo como de alma. Que a otros Santos parece les dió el Señor
gracia para socorrer en una necesidad, mas este glorioso Santo tengo
experimentado que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a
entender que así como le fué sujeto en la tierra, así en el cielo hará
cuanto le pida.»</p>
<p>I. ¡Oh castísimo esposo de María Santísima, glorioso San José!: así
como fué grande la aflicción y la angustia de vuestro corazón en la
perplejidad de abandonar a vuestra purísima Esposa, así fué inefable la
alegría cuando el Ángel os reveló el soberano misterio de la
Encarnación. Por este dolor y este gozo os pedimos que consoléis nuestra
alma ahora y en nuestros últimos dolores con la alegría de una vida
justa y de una santa muerte semejante a la vuestra, asistidos de Jesús y
María. <i>Padrenuestro... Avemaría... Gloria...</i></p>
<p>II. ¡Oh felicísimo Patriarca, glorioso San José, que fuisteis
escogido para padre adoptivo del Verbo humanado!: el dolor que
sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en tanta pobreza se pobreza se
trocó súbitamente en celestial alegría al oír la armonía de los ángeles
y ver la gloria de aquella noche tan resplandeciente. Por este dolor y
este gozo os suplicamos nos alcancéis que, después del camino de esta
vida, vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de los
resplandores de la gloria celestial. <i>Padrenuestro... Avemaría...
Gloria...</i></p>
<p>III. ¡Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San
José!: la sangre preciosísima que el Niño Redentor derramó en la
Circuncisión os traspasó el corazón; mas el nombre de Jesús os lo
confortó, llenándolo de alegría. Por este dolor y este gozo alcanzadnos
que, quitando de nosotros todo pecado en esta vida, expiremos, gozosos,
con el nombre santísimo de Jesús en el corazón y en los labios.
<i>Padrenuestro... Avemaría... Gloria...</i></p>
<p>IV. ¡Oh fidelísimo Santo, que tomasteis parte en los misterios de
nuestra Redención, glorioso San José!: si la profecía de Simeón sobre lo
que Jesús y María habían de padecer os causó una pena mortal, os colmó
también de un santo gozo anunciándoos la salvación y resurrección que de
ahí se seguiría para innumerables almas. Por este dolor y este gozo,
alcanzadnos que seamos del número de aquellos que por los méritos de
Jesús y la intercesión de la Virgen Madre, han de resucitar
gloriosamente. <i>Padrenuestro... Avemaría... Gloria...</i></p>
<p>V. ¡Oh vigilantísimo Custodio del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso
San José!: ¡cuánto padecisteis en sustentar y servir al Hijo del
Altísimo, particularmente cuando tuvisteis que huir a Egipto! Pero
¡cuánto también gozasteis teniendo siempre con Vos al mismo Dios, y
viendo derribarse por tierra los ídolos de los egipcios! Por este dolor
y este gozo, alcanzadnos que teniendo lejos de nosotros al tirano
infernal, especialmente con huir de las ocasiones peligrosas, caiga de
nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, y ocupados del todo en
servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos
felizmente. <i>Padrenuestro... Avemaría... Gloria...</i></p>
<p>VI. ¡Oh Ángel de la tierra, glorioso San José!, que admirasteis al
Rey del cielo sujeto a vuestras órdenes: si vuestro gozo al traerle de
Egipto se turbó con el temor de Arquelao, tranquilizado después por el
Ángel, vivisteis gozoso en Nazaret con Jesús y María. Por este dolor y
este gozo, alcanzadnos que, libre nuestro corazón de temores nocivos,
gocemos de la paz de la conciencia, vivamos seguros con Jesús y María, y
muramos en su compañía. <i>Padrenuestro... Avemaría...
Gloria...</i></p>
<p>VII. ¡Oh modelo de toda santidad, glorioso San José!: perdido que
hubisteis, sin culpa vuestra, al Niño Jesús, le buscasteis para mayor
dolor, durante tres días, y al cabo os gozasteis con sumo júbilo al
hallarlo en el templo entre los doctores. Por este dolor y este gozo os
suplicamos entrañablemente intercedáis para que no nos suceda jamás
perder a Jesús por culpa grave; mas si, por desgracia, lo perdiésemos,
haced que lo busquemos con incansable dolor, hasta hallarlo favorable,
sobre todo en nuestra muerte, para ir a gozarle en el cielo y cantar
eternamente con Vos sus divinas misericordias. <i>Padrenuestro...
Avemaría... Gloria...</i></p>
<p><b>Antífona</b> - El mismo Jesús comenzaba a ser como de treinta años
y era tenido por hijo de José.</p>
<p><b>V.</b> Rogad por nosotros, San José.<br />
<b>R.</b> Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.</p>
<p><b>Oremos</b> - ¡Oh Dios!, que con inefable providencia os dignasteis
elegir a San José para esposo de vuestra Madre Santísima: os rogamos nos
concedáis que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos
tenerle como intercesor en el cielo: Vos que vivís y reináis por los
siglos de los siglos. Amén.</p>